Vale, me has seducido, te concedo el honor de ser mi esclava. Te llevaré desnuda y ébria en una yegua blanca a pestilentes tugurios afterhours, donde te obligaré a beber sangre de bebés albinos para celebrar tu nuevo bautismo, nos inyectaremos con la misma jeringuilla, conduciremos en dirección contraria por la autovía con la música a toda pastilla y pisaremos pollitos juntos, pero no vale dejarlos vivos.